jueves, 26 de febrero de 2009

¡Cantad y bailad! ¡Perséfone ha vuelto!

Gea, diosa por excelencia de la Tierra, la del amplio seno, es la Madre y Nodriza Universal, la tumba y la cuna de los seres vivientes. Ella produce todas las cosas, animales, plantas, humanos; todo lo nutre, lo hace prosperar, y todo vuelve a ella.
Cuando personifica la fuerza reproductora, de la tierra cultivada, aquella por cuya voluntad el suelo fructifica, se manifiesta como Deméter –cuyo nombre significa Madre Tierra-. Las tradiciones de su culto, se relacionan con la fertilidad y con el trabajo encaminado a obtener de ella los alimentos, no en vano se le atribuye el invento del arado.
Hija de Zeus y Deméter, es Perséfone, que representa la naturaleza renacida cada primavera, tras la desolación invernal; pero es, también, la esposa de Hades, dios del mundo de ultratumba, el Averno, y como tal Señora de la Inmortalidad del alma, de su eterno retorno.
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La esencia del culto se centra en el carácter cíclico de la Naturaleza, simbolizado en la siguiente tradición. Zeus prometió, a su hermano Hades, la mano de Perséfone. Pero el pretendiente, cansado de esperar, raptó a la joven y la condujo a su reino subterráneo. Deméter, airada al saber que Zeus consentía aquello, dejó el Olimpo. Este abandono de su puesto celeste provocó la aridez del suelo que, privado de su mirada protectora, cesó de producir mieses y frutos. En vano le rogó Zeus, pues ella se negaba a regresar si no le era devuelta su hija. Al fin, Zeus cedió y mandó recado para que Hades restituyese a la joven, sin embargo ello no era posible, pues durante su estancia en el Averno, Perséfone había comido una granada, el fruto del amor, y se había convertido en la esposa de Hades. Hubo que habilitar una solución de compromiso, Perséfone viviría tres meses con su esposo, durante los cuales la tierra permanecería yerma, latente, y otros nueve con su madre, que serían de fertilidad y cosechas.
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Al comenzar la primavera Perséfone vuelve, Deméter resplandece de gozo y derrama la fertilidad sobre la tierra, que en verano se manifiesta en abundantes frutos y cosechas; al llegar el otoño, la joven regresa al Averno, y la tristeza de su madre produce el adormecimiento paulatino de la fertilidad.
En honor a Deméter y Perséfone se celebraban las Fiestas Eleusinas y los Misterios de Eleusis. Las Pequeñas Eleusinas tenían lugar a mediados de febrero, como preludio a la primavera; las Grandes Eleusinas eran a mediados de septiembre, cuando se presentía el otoño. Se hacían procesiones, con antorchas, y ofrendas de frutos. Los fieles danzaban, bebían, cantaban, comían y se daban baños purificadores. De los “Misterios”, nada podemos decir, a los iniciados les está prohibido hablar de ellos...
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Salud y fraternidad.

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