sábado, 11 de febrero de 2012

¿Peregrinos o hedonistas?

La esencia de la peregrinación, cualquiera que sea la divinidad hacia la que se dirige, contiene en si misma un punto de sacrificio, de entrega, o si se quiere de incomodidad física. Molestia o renuncia de lo material, que se ofrece a las divinidades, como prueba de la buena voluntad del que peregrina, a fin de obtener del mundo trascendente un beneficio, ya sea físico o espiritual.
Pero esta mortificación física, este desprenderse o despegarse de las comodidades terrenales, es también elemento de ascesis, que predispone el ánima a una mejor percepción mística. 
Sin embargo, ese concepto parece que se va diluyendo para una parte de la sociedad. Si no, vean los carteles que encontramos al culminar la etapa peregrina en Villafranca del Bierzo (León), y para muestra vale un botón de los muchos que hoy podemos encontrar a lo largo de la ruta jacobea.

Ya sea hotel, o albergue, lo que aquí ofrecen está muy lejos del carácter penitencial, o incluso iniciático, que se le presupone al peregrino y sus trabajos: "colchones de latex", "duchas con hidromasaje", "habitaciones climatizadas", "wi-fi", "televisión TDT"... Y si continuamos con otros anuncios, de establecimientos hosteleros, la lista de comodidades se eterniza.
Pero no se nos malinterprete, no es que seamos partidarios de peregrinar descalzos, cargados de cadenas, con cilicios en la cintura, y flagelándose con azotes de púas, quédese ello para los masoquistas espirituales. Sin embargo, tan extremista nos parece una cosa, como la otra.
Claro que, teniendo en cuenta cómo los mercaderes se han venido adueñando siempre de los templos, no tendríamos que extrañarnos porque el Camino Jacobeo se haya transformado, siquiera sea parcialmente, en un "parque temático del peregrinaje". Ellos y sus dioses se las entiendan, pero una peregrinación no es un circuito turístico, se pongan como se pongan.
Ahora bien, como en el plano espiritual cada quien es dueño para hacer de su capa un sayo: al que dios se la dé, san Pedro se la bendiga. 

Salud y fraternidad.

2 comentarios:

juancar347 dijo...

Unas observaciones muy acertadas. Me recuerda, comparativamente hablando, la última visita del Papa, donde se desarrollaron exhorbitantes campañas de márketing para atraer los escasos euros de los peregrinos que se desplazaban a Madrid para asistir a su particular festividad romera. La espiritualidad y lo trascendente -tampoco creo que para agradar a Dios, tenga que realizar uno 700 kilómetros cuando menos, cargado de cadenas y con el cilicio a punto- son cuestiones que, visto el rumbo de la sociedad de hoy día, parecen carentes de sentido. En el fondo, no deja de ser un tópico, pero me recuerda esa antigua canción que escuché durante mi niñez en muchas fiestas y romerías: 'todos queremos más, todos queremos más, todos queremos más...y más, y más y mucho más...'. Un abrazo

Alkaest dijo...

En realidad, tampoco debemos rasgarnos las vestiduras. Los pícaros, ya existían en el Camino Jacobeo desde el comienzo mismo de su creación.
Los pícaros, posaderos abusones, timadores de bodega, asalta-caminos, buhoneros vende-humos, y todos los etc. probables, han venido explotando el "camino", porque ellos y muchos de quienes lo emprenden, ignoran que el "Camino" -con mayúsculas- está en nuestro interior.
Si no somos capaces de enfrentarnos a ese "Camino", es inutil emprender el "camino", con comodidades o sin ellas.

Salud y fraternidad.